Cuando dieron el alta a mis hijas me llevé a casa dos niñas con un ombligo del tamaño de una ciruela que crecía cuando lloraban y se aplanaba cuando estaban relajadas.
Aunque todos los especialistas que veíamos nos aseguraban que la hernia desaparecería sola, no podía evitar preguntar y ver ese bulto con cierto recelo. Hay que pensar que el tamaño de una ciruela en un cuerpo del calibre de un muñeco parece aún más grande.
Según explica el jefe del servicio de neonatología del hospital Vall D´Hebrón, Félix Castillo, “la hernia umbilical es muy frecuente en prematuros. Es un proceso benigno que habitualmente se cura solo, sin hacer nada y que se produce debido a la debilidad de la pared abdominal del niño”.
Ya sabemos como se produce. Pero, ¿Cómo debemos actuar? ¿Qué cuidados requiere la hernia umbilical?
Según explica el doctor Castillo “no se debe hacer nada. No sirve de nada poner una faja con una moneda. Aunque estéticamente puede llamar la atención su comportamiento en la mayoría de las veces es benigno. Tienden a curarse solas coincidiendo con el refuerzo de la musculatura abdominal, principalmente, cuando inician los primeros pasos”
Según explica el jefe de neonatología estas hernias se curan solas y solo se plantearía la operación si alcanzan un tamaño considerable y el prematuro ya tiene 2 años.
Castillo insiste en que las hernias umbilicales “no dejan ninguna secuela y su estrangulación es muy poco probable. Es muy diferente a la hernia que puede producirse en un adulto”.